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Mostrando entradas de junio, 2018

Epílogo

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  Te hablaría sobre impulsos nerviosos, sobre vida. Te hablaría de principios y de finales, de intermedios y de puntos que se alargan, que van y vienen, que producen eco al chocar contra las paredes, suspensivos. Te hablaría de numerología, de modalidades oracionales, de probabilidades, del destino y de tomar decisiones.   Te contaría verdades, poco a poco te iría descubriendo pedazos de historias reales. Cuidaría hasta el mínimo detalle. Aunque, en caso de que lo prefirieses, también podría contarte historias que nunca sucedieron.   Podría cambiar las palabras de las páginas que no nos gustaron, podría empezar una versión extendida. Podría...   Pero no puedo.   No puedo, porque no estás.   Algo de ti se fue con la luz de los días más cálidos. Seguías caminando a mi lado, pero la ausencia de pedacitos de evidenciaba a cada paso. Las pausas que nos regalábamos se hicieron más breves; los silencios, más largos.   Notaba tus ojos c...

Segundo

En el momento de encender la vela de aromas incandescentes niebla el otoño de los calígrafos perdidos. No encuentro sucesión en los caminos de la sincronía piramidal. Mas vuelvo por senderos de cristal válidos que rompen de tres en tres los esquemas durables sin pétalos. En cada retablo construyo los honores que me estabilizan en la memoria de los abrazos. Y dos hojas de amores comprimidos sin sensaciones comparables al manotazo de tu puerta en mi cara cuando cierro los hombros. No y por supuesto siempre a tu expectativa siniestra.

Primero

Abre la puerta y                                                    cierra el ojo  de la gaviota estampada en tu corral. Y cuando graznen las hojas tira de la cuerda y saca la tormenta tempestuosa  de tu nariz. Y donde quien ahí ría las sumisas carcajadas que sea cielo en el umbral de las  cosechas. Qué cante un grillo desesperado tratando de armonizar el ruido del silencio de cuando amanece. Que se hunde aquel que no respira y  lanza al adiós las manos de su madre,  que siembran el jardín de zanahorias envueltas en sartén.  De las corazas de los montes escribo la palabra que escuchas cuando  no oyes el susurro del viento. Y no gritas aunque lo creas. Ojalá  gritases porque no te veo. Y lejos, muy lejos se encuentra el arcoíris que enf...

Acantilado

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  Coger tu mano significaba saltar. Mirarte había sido asomarse al vacío; pensarte, como tantear la altura; y coger tu mano, sin duda, significaba saltar desde lo más alto del acantilado.   Había llegado la primavera. Era un lluvioso día de invierno cuando te volví a encontrar por aquella desoladora e interminable carretera en la cual nos hallábamos. Te divisé a lo lejos, en color mojado debido a la inmensidad  del agua que caía desde las nubes. Me encontraba en el interior de la que fue la última rotonda. No recuerdo si estaba en pie o si las escasas fuerzas que me quedaban no me lo permitían. Lloré, de la forma más lamentable en la que uno puede llorar. Lloré incluso más que las nubes. Grité en silencio, esto es lo más parecido a hablar que hacía en mucho tiempo. No esperaba respuesta a un angustioso grito vacío. Agaché la vista, no sería ese el día en el que tuviera la oportunidad de conocerte pensé. Me dormí. No sé durante cuánto tiempo permanecí dormida, pero esc...

Rotondas

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  Llevo tiempo imaginando que camino sin rumbo en una carretera. No se puede decir que esté completamente sola, ya que mucha gente pasa por aquí.   La mayoría de personas pasan en coche, normalmente en grupos de familia y amigos. Recuerdo que yo también iba antes en uno, hasta que decidí seguir sola. Pasa alguna que otra persona más andando, pero las pierdo de vista en cuanto comienzo a caminar en círculos en otra de las rotondas, en las que termino haciendo espirales porque realmente en medio no hay nada que esquivar. De esto solo me doy cuento cuando estoy en lo más profundo de ella. Entonces veo que podría haber seguido andando recto, pero no lo he hecho. En ese momento, decido salir de ahí y continuar, sin parar de mirar la hora y con prisas, intentando recuperar el tiempo perdido que he gastado sin avanzar.   Tú eres una de las personas a las que he visto pasar por aquí más de una vez. En ocasiones te encuentro andando solo, como yo, hasta que vuelves a desapare...